- A todos nos encanta que nos traten bien. Eso nos predispone a ser “buenas personas”. Comience usted a tratar a su hijo como quisiera que él lo tratara a usted. ¡Se sorprenderá con los gratos resultados!
- Elija con cuidado las palabras para hablarle a su hijo. De ello depende en gran medida si él responde con convicción propia a lo que usted espera de él o se convierte en su peor pesadilla, porque las palabras pueden ser flechas que hieren o manos firmes que guían y acarician.
- Escuche cuando su hijo habla, prestando atención a lo que dicen sus palabras, pero sobre todo a sus sentimientos. Es muy posible que descubra que no trata de engañarle como usted cree.
- Usted puede expresar su enojo o descontento a su hijo sin necesidad de agredirlo. Poner límites a su conducta es otra forma de expresarle afecto, siempre y cuando la claridad y la firmeza vayan de la mano con la consideración y el respeto por la dignidad del niño.
- Revise bien los sentimientos que lo impulsan a expresarle algo a su hijo, para que sus gestos o el tono de su voz no contradigan lo que dicen sus palabras. Tenga en cuenta que los niños son muy perceptivos y captan con gran facilidad la falta de coherencia entre las intenciones y las palabras.
- Muestre interés por las iniciativas de su hijo. Piense que seguramente usted también se sentirá a gusto cuando alguien se interesa por las suyas.
- Cuando quiera que su hijo entienda lo que le dice o lo que le pide, tómese el tiempo necesario para explicarle de manera clara, sencilla y amorosa. Recuerde que él no tiene los mismos conocimientos, la misma experiencia ni la misma capacidad de comprensión que usted, pues apenas está aprendiendo.
- Revise con atención la opinión que usted tiene de su hijo, porque eso influye, sin que usted se dé cuenta, en la forma como lo trata y en la forma como él le responde. Si usted piensa mal, puede que su opinión se transforme en profecía cumplida aunque en el presente no sea realidad.
- Antes de exigirle algo a su hijo, póngase en el lugar de él y piense bien si está de acuerdo con sus capacidades, si es algo que usted mismo haría.
- Déjese conquistar por la ternura de su travieso hijo. Descubrirá que es la mejor manera de llegar a su corazón y lograr que muestre siempre la riqueza que hay en su interior.
Maria Piedad Puerta de Klinkert
Docente e investigadora
Universidad Pontificia Bolivariana