Es difícil para los niños pequeños contener los sentimientos intensos. Cuando se sienten frustrados o enojados, suelen llorar, gritar o patalear. Esto es lo que se conoce como rabietas o berrinches. Las rabietas son parte normal del desarrollo de los niños. Suelen comenzar entre los 12 y los 18 meses de edad, se intensifican entre los 2 y los 3 años de edad, y luego van disminuyendo a medida que el niño aprende a usar las palabras para comunicar sus deseos y necesidades.
¿Cuáles son las causas de una rabieta?
Los niños pequeños exploran el mundo que les rodea y están ansiosos por controlar la situación. Sin embargo, el aprender a controlarse a sí mismos es una de sus lecciones más difíciles. Hay muchas cosas que pueden frustrar a un niño pequeño y conducirlo a una rabieta, como, por ejemplo:
Cómo ayudar a prevenir una rabieta
Aunque no es posible prevenir todas las rabietas, los siguientes consejos podrán ayudarle a evitarlas:
Cómo afrontar una rabieta
Lo que usted puede hacer:
Procure mantener la calma. Si usted grita o se enoja, empeorará las cosas. Si no puede mantener la calma, salga de la habitación. Espere un par de minutos o hasta que el llanto cese antes de volver.
Distraiga al niño. Ensaye un nuevo juego, libro o juguete. A veces algo tan sencillo como cambiar de ubicación, puede prevenir una rabieta. Por ejemplo, si está adentro, procure sacar al niño para distraer su atención.
Haga que el niño tenga una “pausa obligada”. Retire al niño del problema y dele un tiempo a solas para que se calme. Una buena norma para la pausa obligada es un minuto de pausa por cada año del niño. Por ejemplo, a un niño de 4 años le corresponden 4 minutos de pausa obligada. Cuando concluya esta, hable con el pequeño y asegúrese de que entienda por qué lo mandó a hacer una pausa o qué puede hacer la próxima vez para evitarlo. No utilice la pausa obligada en exceso porque perderá su efecto.
Ignore las demostraciones menores de enojo, como llanto, gritos o pataleo. Trate de calmarlo acariciándolo o cargándolo. Quédese a su lado sin hablarle hasta que se tranquilice. Si el niño tiene una rabieta en un lugar público, llévelo a la casa o al auto.
Aguantar la respiración
Cuando están en medio de una rabieta o un ataque de llanto, algunos niños se “olvidan” de respirar y aguantan la respiración hasta desmayarse. Esto no lo hacen intencionalmente. Aunque estos episodios pueden asustar mucho a los padres, suelen ser inofensivos. Con el tiempo, el niño los superará. Si le preocupa la conducta de su hijo, hable con el pediatra.
Algunas conductas no son aceptables y no pueden ignorarse
Por ejemplo:
Si estas cosas pasan, retire al niño del problema. Dígale con firmeza: “No le pegues a la gente” o “No tires las cosas”, para hacerle ver que estas conductas no son aceptables.
Lo que usted no debe hacer
Proteger al pequeño de los peligros
Muchas veces usted tendrá que decirle “no” al niño para protegerlo de situaciones peligrosas o de lesiones. Por ejemplo, la cocina y el baño pueden ser lugares muy peligrosos para los niños. Es posible que el pequeño no entienda por qué no lo dejan jugar allí y que esto le provoque una rabieta. Sin embargo, la seguridad del niño debe ser su prioridad.
Ponga su casa a prueba de niños y no permita que el pequeño tenga acceso a las áreas peligrosas. No le quite el ojo de encima. Nunca lo deje solo en una situación que pueda ser peligrosa. Retire los objetos peligrosos y reemplácelos con algo seguro. De usted depende la seguridad de sus hijos.
Cuando las rabietas son demasiado intensas
Hacia los 3 años y medio de edad, las rabietas de su hijo deberán comenzar a disminuir. Entre una y otra rabieta deberá verse normal y saludable. Si los arranques de enojo son severos y ocurren con mucha frecuencia, pueden ser un signo temprano de problemas emocionales. Hable con el pediatra si el niño parece tener dificultad en expresarse con palabras (comparado con otros niños de su edad), lastima a otras personas o aguanta la respiración y se desmaya, o si las rabietas empeoran después de los 4 años de edad. El pediatra examinará al niño para descartar la posibilidad de que un problema físico o emocional sea la causa de las rabietas. También podrá darle consejos para enfrentar estos arrebatos.
Es importante comprender que las rabietas son parte normal del crecimiento. Aunque no siempre son fáciles de asumir, un enfoque cariñoso y comprensivo les ayudará a usted y a su niño a superarlas.
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