Por: Liliana Zuliani
Médica y neuropsicóloga infantil,
Yolanda Giraldo
Médica y psicóloga, y
Adriana Uribe
Psicóloga
La alegría, el amor y la ternura son sentimientos que se despiertan en la familia ante la llegada de un nuevo ser; pero, a veces, hay angustia al pensar cómo será, si vendrá bien, cómo debo cargarlo, será bueno tocarlo, cómo alimentarlo o estimularlo, entre otras inquietudes.
Entonces llega el recién nacido, un ser maravilloso, con capacidad de captar y aprender, con unos ojos que parece que miraran todo, con ganas de llevarse todo a la boca para conocer, con manos que al tocarlas se agarran fuertemente para que no lo dejen solo y con una mente abierta.
Pero, a su vez, es muy indefenso, depende completamente de sus padres y de las personas que lo rodean para lograr amor, confianza, alimentación, estar caliente, moverse, permanecer limpio y relacionarse con los otros.
Desde la gestación y durante todas las etapas de la vida, el niño puede asimilar o captar sentimientos y en la medida en que se le estimule adecuadamente, sin exceso, en un acompañamiento afectuoso y respetuoso, irá avanzando en el logro de las metas del desarrollo integral y diverso.
El niño tiene necesidades básicas que no puede resolver o satisfacer sin la ayuda de sus padres o personas que lo rodean. Estas necesidades, propias de su edad, son:
Protección contra las amenazas a su salud y a la vida.
Estas necesidades ayudan a que el niño se motive por tener una relación con el otro, lo que le va a permitir convertirse en un ser social.
Para que el niño tenga un desarrollo integral y adecuado es bueno estimular su mente con el fin de que adquiera conocimientos, sus emociones para que tenga vínculos afectivos fuertes, su ser social para que forme su conducta, y su cuerpo para que desarrolle destrezas que le darán autonomía. Sin embargo, se debe saber que los cambios en el crecimiento y desarrollo pueden estar también influenciados por la cultura, las creencias y el medio que rodean al niño y a su familia.
En el nacimiento, y durante los primeros dos años de vida, son especialmente importantes para un desarrollo integral algunos procesos afectivos como el apego, el inicio de los procesos mentales y de los hábitos sociales.
Después de una gestación de nueve meses en la que el niño se encontraba en un ambiente tranquilo, agradable y en el que todas sus necesidades estaban satisfechas sin necesidad de pedir nada, nace el nuevo ser y llega a un mundo en el que inmediatamente se siente solo, indefenso y muy dependiente de su madre y las personas que lo rodean, pero preparado para poder sobrevivir en él, con su corazón, sus pulmones, su cuerpo y su cerebro.
José estaba mirando el ser más bello del mundo. Más bello que los árboles, que las nubes o que un atardecer sobre un lago. Estaba mirando dentro de una cuna a un lindo niño. José lo miraba, sonriendo. Se imaginaba todos los momentos maravillosos que él y el niño iban a compartir. Entonces, de repente, se le borró la sonrisa. ¿Cómo haré para criarlo bien? Pensó.
En las primeras cuatro semanas, los niños recién nacidos son capaces de:
¿Cómo se estimula el desarrollo en un recién nacido?
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